miércoles, 15 de mayo de 2013

CATARSIS ATLISTA




Domingo, día inusual para ver jugar al Atlas en el Estadio Jalisco, ya que  los aficionados rojinegros estamos acostumbrados a ver a nuestro equipo los sábados por la noche, a lo que le hemos llamado " las noches mágicas del Jalisco".

El equipo había marchado tercero de la tabla general al finalizar la fase regular del torneo mexicano. Estar ubicado en las primeras tres posiciones ilusionaba a toda su afición –como si no estuviéramos ya cansados de hacerlo- y hacía pensar que esta temporada el Atlas podría hacer “algo mas”. El fantasma del descenso ya  se había esfumado pero todavía  le sobrevivía un fantasma longevo que lleva habitando en la piel del rojinegro desde el año 1951 y cuya única manera de erradicarlo sería ganando un campeonato (¿un que? Decimos los atlistas con extrañeza).    La liguilla era una oportunidad para luchar contra ese fantasma.

Hace poco leía un artículo de Juan Villoro en el que mencionaba que hay sucesos de la vida cotidiana, sobretodo en la deportiva, en las que como sociedad solemos aguardar al triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Y me pareció ad hoc a lo que se ha vivido el domingo en el Estadio Jalisco. Los aficionados atlistas desde la previa ya dejábamos entrever que el triunfo de esa noche sería un triunfo a lo Atlas: sufrido, desgarrador, estoico, cruel, cardiaco pero al final de cuentas sería un triunfo.  No por más habíamos llenado el estadio de colores rojo y negro.

El primer gol llegó, la euforia nos permeo a todos, en lo personal creo que es uno de los goles que mas he gritado a mi corta edad en lo que al Atlas respecta  (se nota que no he tenido mucho que festejar). Pero era justificable, el ambiente era distinto,  la confianza en el equipo se respiraba a los alrededores, jugando en casa y marcando gol en los primeros 5 minutos  el panorama lucía favorable. Después, la historia fue la de siempre. Ni siquiera en el transcurso del partido se pudo llegar a pensar que ese día se daría un triunfo a lo Atlas. En las tribunas la desolación se veía; la resignación se convertía en nuestro mejor aliado; el conformismo de decir “bueno, nos salvamos del descenso” o el argumento comparativo “al menos lo hicimos mejor que las Chivas” se escuchaba en los pasillos del estadio; la impotencia de haber realizado un torneo con honores y a las primeras de cambio ver a nuestro equipo eliminado.

En los últimos minutos vi como se dio la conversión de los aficionados en animales: provocándose entre ellos mismos, intimidando y ofendiendo al rival ha como diera lugar sin importar el grupo etario ni el sexo, desbocando esas expectativas puestas en el equipo de una manera inadecuada. Aclarar, también, que es cuestión de unos cuantos inadaptados que confunden la función lúdica del deporte con un asunto moral o ético- como si festejar un gol del equipo rival o portar la playera del equipo contrario fuera una ofensa a la moral-. No puedo generalizar esta situación ya que una mención especial merece la afición atlista por acompañar al equipo en todo momento y ser fieles a pesar de la situación en la que se encuentre el equipo (algo que la afición vecina, llámese Chivas, no entendería)
Nuestro problema fue que hicimos caso a la esperanza y no a la experiencia.

Manuel Alcalá
twitter : @bisbal9

1 comentario:

  1. Muy buen artículo! Muchas felicidades, y vamos con todo el torneo que sigue!

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